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Nuevo hallazgo en Europa, clave para explicar el canibalismo en nuestra especie

El canibalismo entre humanos se considera un tabú en la mayor parte de las sociedades actuales. Sin embargo, los estudios etnográficos, históricos y arqueológicos muestran que las prácticas caníbales han ocurrido de manera recurrente en contextos sociales diversos.

Fuente: The Conversation

 

La explicación de estas conductas oscila entre extremos emocionales, desde el amor al odio hacia la persona consumida.

 

¿Cómo se identifica el canibalismo en la prehistoria?

 

Entender los episodios de canibalismo en su totalidad es un desafío, especialmente cuando retrocedemos en el tiempo. Afortunadamente, la arqueología cuenta con un corpus metodológico cada vez más sofisticado que permite inferir la relación social entre los individuos consumidos y quienes participaron en estas prácticas, aportando una comprensión más profunda de esas complejas dinámicas.

 

La clave está en la tafonomía, la ciencia que analiza las marcas y modificaciones en los huesos. Los arqueólogos buscan evidencias concretas, como marcas de corte realizadas con herramientas, fracturas en huesos largos para extraer el tuétano, marcas de mordeduras humanas o señales de cocinado. Estas pistas nos permiten reconstruir comportamientos humanos de hace miles de años.

 

En las últimas décadas, se han identificado 25 casos de canibalismo en Europa, abarcando el último millón de años. Esta conducta incluye a varias especies humanas, desde Homo antecessor y los neandertales hasta Homo sapiens.

 

Durante el Magdaleniense, en particular, se conocen al menos cinco yacimientos con restos humanos manipulados, lo que destaca el carácter recurrente de dicha práctica en esa época.

 

 

Cambios en Europa

 

Hace 20 000 años, Europa era un continente muy diferente al actual. Nos encontramos en el inicio del retroceso de la última Gran Glaciación, un periodo en el que vastas extensiones del norte estaban cubiertas de hielo. Con el aumento progresivo de las temperaturas, los glaciares comenzaron a retirarse, transformando el paisaje y ofreciendo nuevas oportunidades para la fauna y la flora.

 

Este cambio abrió el acceso a recursos antes inaccesibles y permitió a los humanos explorar y colonizar nuevas regiones, favoreciendo el crecimiento de sus poblaciones. Es en el contexto donde emergieron los magdalenienses.

 

 

Magdaleniense: mucho más que arte rupestre

 

Cuando pensamos en el Magdaleniense, probablemente recordemos las pinturas rupestres de Altamira o las detalladas figuras de marfil de Europa central. Sin embargo, los grupos humanos que vivieron en aquella época, hace aproximadamente entre 19 000 y 14 000 años, dejaron un legado que va mucho más allá del arte.

 

Su nombre proviene del yacimiento de La Madeleine, en Francia, descubierto en el siglo XIX. Este sitio es un referente para comprender su compleja cultura material y su forma de vida.

 

 

Entre sus características más llamativas se encuentra el tratamiento de los muertos. Mientras que en algunos casos los enterraron con cuidado y ofrendas, en otros, los restos aparecen manipulados con herramientas de sílex, dispersos y mezclados con huesos de animales consumidos, lo que apunta a comportamientos caníbales.

 

 

La cueva de Maszycka y el canibalismo humano

 

La cueva de Maszycka, ubicada cerca de Cracovia (Polonia), es un sitio clave para entender el canibalismo prehistórico. En la década de 1880, se descubrieron allí los restos de diez individuos de hace 18 000 años: seis adultos y cuatro niños, uno de ellos de unos seis años. Estos huesos, probablemente pertenecientes a una unidad familiar, presentaban evidencias claras de manipulación para extraer el tuétano y el cerebro. Se encontraron junto a restos de animales consumidos.

 

 

Aunque inicialmente se pensó que el tratamiento se centraba en los cráneos como parte de un ritual funerario, el estudio que ahora publicamos en Scientific Reports demuestra que estamos ante un caso de canibalismo. Este análisis reveló un procesamiento metódico de los cuerpos y nuevas evidencias que confirman el consumo humano.

 

NOTICIA COMPLETA - Fuente The Conversation - Francesc Marginedas Miró, Antonio Rodriguez-Hidalgo y Palmira Saladié Ballesté