Los primates también juegan con muñecas
Cada vez conocemos más la riqueza en el juego de nuestros primos biológicos, los primates. Hacen el avión, malabarismos e incluso transportan y cuidan de palos y piedras como si se tratara de muñecas.
Fuente: The Conversation - Miquel Llorente Espino
En un reciente estudio, llevado a cabo en el área protegida Otoch Ma’ax Yetel Kooh en Yucatán, México, hemos explorado el juego social de los monos araña de Geoffroy (Ateles geoffroyi). La investigación, publicada en el International Journal of Primatology, nos ofrece una visión detallada del papel de la edad, el sexo y las expresiones faciales en estos monos americanos.
¿A qué juegan los primates?
Si bien el juego está presente en una lista cada vez más amplia de animales, en los primates representa una actividad crucial en las vidas de los más pequeños.
El ring de la selva está repleto de asaltos donde peleas, mordiscos, bofetadas, puñetazos y patadas están a la orden del día. Los más pequeños hacen la puesta a punto de sus habilidades de lucha para la vida adulta.
Otros prefieren jugar a mamás y papás, o a los médicos, inspeccionando los genitales ajenos, o a explorar la selva como si de Richard Francis Burton se tratara. Y por qué no, rotar, hacer piruetas o volar como un avión al más puro estilo del Cirque du Soleil.
Toda esta retahíla, digna de la mejor ludoteca de verano, contribuye a liberar energía sobrante y fomenta estados emocionales positivos, relaciones afectivas estables, amistades y bienestar, mucho bienestar.
No todo es cuestión de peleas y giros. Los gibones de Hainan (Nomascus hainanus), por ejemplo, seleccionan palos y ramas para lanzarlos y recogerlos repetidamente, es decir, son unos artistas de los malabares. Este circo en la selva podría mejorar sus habilidades en el cálculo de distancias y la intensidad del agarre a las ramas, cruciales para sus desplazamientos por braquiación (es decir, suspendiéndose con las extremidades superiores) entre árboles a decenas de metros del suelo.
El juego con muñecas
En algunas comunidades de chimpancés, los jóvenes transportan y cuidan piedras y palos como si se tratara de muñecas. Un estudio llevado a cabo a lo largo de 14 años en la comunidad de chimpancés Kanyawara, en el Parque Nacional Kibale, Uganda, reveló que los jóvenes utilizaban esos palos para diversas actividades: como sondas para investigar agujeros que podían contener agua o miel, como accesorios en exhibiciones de agresión e incluso como armas al lanzarlos o golpearlos.
También jugaban solos o en grupo, y un comportamiento interesante que se observó, distinto al resto, fue el de “llevar palos”. Este consistía en sostener, acunar o transportar palos sueltos, piedras, trozos de corteza o troncos pequeños con las manos, en la boca, bajo el brazo o, más comúnmente, metidos en el bolsillo (entre el abdomen y el muslo), durante períodos que variaban desde un minuto hasta más de cuatro horas mientras descansaban, caminaban o se alimentaban.
Los autores del estudio sugieren que las diferencias sexuales en el uso de palos están relacionadas con un mayor interés de las hembras en el cuidado de los bebés, y asociaron los palos a una forma de juego maternal (es decir, llevar palos como las madres chimpancés llevan a los bebés). Algo así como nuestras muñecas, pero de piedra o madera.
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