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Encuentran agua en la Luna y podría utilizarse para misiones tripuladas

Fuente: The Conversation

 

La Luna se antoja un lugar inhóspito y extraordinariamente seco, pero en el marco de nuestro regreso al satélite las diversas agencias espaciales intensifican la búsqueda de agua en su superficie.

 

En ese contexto, el análisis de las muestras recogidas en el Oceanus Procellarum por la misión Chang'e-5 de la Agencia Espacial China estima que la superficie lunar puede albergar entre 30 y 30 000 millones de toneladas del líquido elemento. Tal hallazgo no solo podría ser utilizado como fuente de energía sino también para abastecer de agua a futuras bases lunares sin necesidad de cargarla desde la Tierra en costosas misiones de abastecimiento.

 

 

Algo que parecía imposible

 

Todos los cuerpos del Sistema Solar de más de 1 000 km de diámetro se definen como cuerpos planetarios. No todos poseen atmósfera, como ocurre en la Luna, y su ausencia los expone al embate de asteroides, cometas y sus fragmentos que, progresivamente y a lo largo de los últimos 4 500 millones de años, han ido excavado cráteres en sus superficies. Esos proyectiles los martillean constantemente y el proceso es muy violento dado que impactan a hipervelocidad.

 

Las energías resultantes pueden vaporizar al propio proyectil y parte de las rocas superficiales, excavando cráteres y creando plumas de impacto por unos breves instantes, en los que los materiales alcanzarán incluso temperaturas en que pasan a fase vapor. En ese proceso también quedan implantados materiales exógenos dado que se crean un tipo de rocas llamadas brechas de impacto: los materiales del cuerpo y del proyectil se mezclan y compactan a alta presión.

 

El panorama no parece demasiado halagüeño para la supervivencia de sustancias volátiles, es decir, aquellas capaces de fundirse a relativamente bajas temperaturas. De hecho, la presencia de agua en la superficie lunar en cantidades significativas constituía una gran incógnita. Hasta ahora.

 

 

El hallazgo de la misión china Chang'e-5

 

Conociendo todo lo anterior podríamos pensar que las superficies de los cuerpos planetarios que no poseen atmósfera, como Mercurio, la Luna o el asteroide Vesta , deberían carecer de agua, pero andaríamos errados. Así lo corrobora un nuevo estudio de la Academia de Ciencias China que, basándose en las muestras de regolito retornadas por la misión china Chang'e-5, acaba de demostrar que determinadas esférulas de vídrio, que se producen tras esos impactos con meteoroides, son particularmente capaces de absorber cantidades muy significativas de agua.

 

De hecho, las superficies de esas esférulas están continuamente bañadas por hidrógeno y otros elementos químicos que conforman el viento solar, una especie de aliento que desprende de manera continua nuestra estrella y que se expande a su alrededor, bañando a los cuerpos planetarios que lo rodean.

 

Los elementos químicos que llegan con el viento solar interaccionan con las esférulas vítreas y, en su superficie, se forma agua que queda retenida a través de un proceso de difusión en su estructura mineral.

 

De hecho, los cristales de silicatos están particularmente expuestos a la alteración acuosa, un proceso que los degrada y que también se antoja importante en esos entornos expuestos al procesado espacial (space weathering).

 

 

Millones de toneladas de agua en la Luna

 

En total, teniendo en cuenta que esas esférulas producidas por impacto se extienden en el regolito a lo largo de toda la superficie lunar, suponen una cantidad de agua almacenada nada despreciable. De hecho, se estima que en total pueda oscilar entre 30 y 30 000 millones de toneladas, dependiendo del número y la capacidad de almacenaje que posean, algo que parece estar sujeto a variaciones en su composición.

 

Por si fuese poco, los materiales condríticos hidratados que alcanzan nuestro satélite natural quedan también implantados en el regolito que forma su superficie. De hecho, los grupos de condritas carbonáceas hidratadas han dejado implantados sus componentes en la superficie lunar a lo largo de los eones, enriqueciendo en el regolito lunar y en las llamadas brechas de impacto. Esos proyectiles que llegan continuamente contienen minerales hidratados: filosilicatos, óxidos y carbonatos que son fruto de la alteración acuosa de asteroides que quedaron empapados en agua en los primeros tiempos, decenas de millones de años antes de que acabara de formarse la Tierra.

 

Pie de foto: Región lunar alrededor del cráter Janssen mostrando el nivel de craterización de la superficie, así como el esquivo Mare Australe en el límite inferior. Imagen obtenida por el autor desde el Observatorio del Montseny (B06) J.M. Trigo-Rodríguez (CSIC-IEEC)

 

Pie de foto: La región que rodea al cráter Cabeus en el polo sur lunar posee zonas con un contenido significativo de agua que fueron analizadas por el Lunar Reconnaissance Orbiter. No debe extrañarnos que sean objetivo de las futuras misiones Artemisa. LRO / NASA

 

The Conversation - Josep M. Trigo Rodríguez - Noticia Completa