Publicado el 15 de enero de 2025 por Pere Gelabert
El ADN de sedimentos de la Cueva del Miron en Cantabria permite ver lo invisible
Autor: Pere Gelabert
El ADN de Sedimentos en Contexto Arqueológico
Un desafío clave en el estudio de las poblaciones y culturas paleolíticas es la escasez de restos fósiles
humanos y animales. Esta limitación dificulta tanto el análisis genético de estas poblaciones como la
asociación de culturas arqueológicas con grupos humanos específicos. Del mismo modo, representa
un desafío para el estudio y la determinación de las fechas de extinción de especies animales poco
comunes.En los últimos años, el estudio del ADN extraído de sedimentos se ha consolidado como una
herramienta poderosa para recuperar material genético de estas especies y poblaciones humanas en
ausencia de fósiles visibles. Esta metodología ha sido empleada con éxito para documentar, por
ejemplo, reemplazos humanos en la cueva de Denisova, identificando diferentes poblaciones de
neandertales, o para detectar la presencia de animales domésticos en contextos arqueológicos,
permitiendo datar estos eventos sin necesidad de restos fósiles de los animales.
La técnica del estudio de ADN de sedimentos (sedaDNA) presenta claras ventajas, aunque también
limitaciones. Además de la aplicación mencionada para recuperar material genético de especies o
poblaciones ausentes en el registro fósil, esta técnica permite analizar simultáneamente material
genético de múltiples humanos, animales e incluso plantas en una sola muestra, posibilitando estudios
comparativos a nivel de ecosistemas o ambientes. Sin embargo, la secuenciación es más costosa y los
resultados suelen ser menos detallados en comparación con el ADN extraído de huesos. Además, la
mayoría de los sitios arqueológicos estudiados hasta ahora no presentan una buena conservación del
ADN en sedimentos, de modo que la tecnica se reserva a una corta lista de yacimientos con excelente
preservación organica.
La Cueva del Mirón
La Cueva del Mirón, en Ramales de la Victoria (Cantabria), es uno de los sitios arqueológicos más
relevantes para el estudio de las poblaciones humanas durante la Edad del Hielo (30,000-19,000 años
BP). Este sitio cuenta con una excepcional secuencia arqueológica que abarca desde el Musteriense
hasta la Edad del Bronce. Es especialmente relevante para el periodo asociado con la cultura
Solutrense y por su rico registro Magdaleniense, en el que destaca el enterramiento conocido como la
Dama Roja. El genoma de este individuo ha revelado que las poblaciones magdalenienses son el
resultado de la mezcla entre poblaciones ibéricas que sobrevivieron al Máximo Glacial y una nueva
migración procedente del este de Europa. El Mirón también ha sido centro de numerosos estudios
sobre poblamiento humano, estrategias de subsistencia e incluso la recuperación de microbios del
sarro dental de la Dama Roja. La preservación orgánica en el sitio es buena, lo que permite abordar
diversas preguntas sobre las condiciones de vida humanas en este periodo.
Pie de foto: El Vestíbulo de la Cueva de el Miron.
El Estudio de Sedimentos en El Mirón: Resultados Sorprendentes
Un equipo internacional liderado por la Universidad de Viena, en colaboración con la Universidad de
Cantabria, ha analizado ADN mitocondrial presente en 32 muestras, abarcando desde el Musteriense
hasta el Magdaleniense inicial. El ADN fue recuperado, clasificado por especies y comparado con el
registro arqueofaunístico y arqueológico.
Los resultados permitieron recuperar ADN humano y animal de niveles correspondientes a las
culturas Musteriense, Gravetiense, Solutrense y Magdaleniense. Sorprendentemente, tres muestras
asociadas con niveles Solutrenses contenían bastante ADN humano. Este ADN fue comparado con el
de otros individuos de la región, incluyendo la Dama Roja y muestras de otros yacimientos como La
Riera o Malalmuerzo. Los resultados indican que las poblaciones humanas que habitaron la zona
durante la Edad del Hielo eran notablemente estables, apoyando la hipótesis de que la Península Ibérica actuó como un refugio climático durante este periodo. Estudios futuros, que utilicen ADN
nuclear, podrían ayudar a precisar el momento en que estas poblaciones se mezclaron, dando lugar al
sustrato Magdaleniense. Actualmente, la escasez de restos fósiles de las culturas Solutrense y
Magdaleniense inicial dificulta este tipo de estudios.
Pie de foto: Árbol filogenético construido con secuencias del Paleolítico, donde se aprecia que El Mirón se sitúa junto con otras secuencias del Solutrense.
Hallazgos sorprendentes en el ADN Animal de los Sedimentos
Uno de los descubrimientos más sorprendentes del estudio ha sido la identificación en el sedimento de
especies animales ausentes o muy poco frecuentes en el registro fósil de la cueva, como el cuón y la
hiena. Los resultados sugieren que la presencia de carnívoros durante el final del Pleistoceno fue más
activa de lo que el registro fósil indica. Esto parece sugerir que estos animales no morían en la cueva,
pero la utilizaban esporádicamente, probablemente como un lugar de paso o alimentación. Esta
interpretación abre nuevas posibilidades para entender el comportamiento de los carnívoros en
ecosistemas del Pleistoceno. En el futuro, la aplicación combinada de ADN de sedimentos,
paleoproteómica, estudios tafonómicos y una revisión detallada del registro fósil puede ayudar a
recontextualizar la actividad de estos animales en relación con los humanos. Adicionalmente, estas
técnicas tienen el potencial de abordar grandes preguntas filogenéticas y evolutivas. Por ejemplo,
podrían esclarecer la desaparición de los leones de las cavernas y las razones detrás de la notable
reducción en el tamaño de algunas poblaciones antes de su extinción. Este enfoque va a revolucionar
nuestra comprensión de las dinámicas de las especies carnívoras durante este periodo.
El estudio también ha permitido identificar relaciones genéticas entre individuos prehistóricos y
modernos de las especies presentes en los sedimentos de El Mirón. Por ejemplo, se ha descubierto que los leopardos de la cueva están más estrechamente relacionados con los encontrados en el Cáucaso antes de la Edad del Hielo que con los de Alemania, lo que sugiere una diversidad significativa dentro de las poblaciones del Pleistoceno. De manera similar, las hienas de El Mirón muestran una similitud genética con las de los Pirineos franceses, datadas en unos 30,000 años, lo que refuerza la existencia de conexiones ecológicas y migratorias entre estas regiones. Además, este trabajo proporciona una de las pocas evidencias genéticas documentadas de la presencia del cuón en Europa occidental, un cánido cuya limitada representación en el registro fósil había dificultado su estudio previamente.
Además de los carnívoros, el proyecto ha detectado y estudiado una amplia variedad de ungulados,
como ciervos, cabras y rebecos. Entre estas especies destacan algunas menos frecuentes, como los
renos y los bisontes. En el caso de los renos, su presencia solo se había identificado previamente en
una ocasión en la secuencia arqueológica de El Mirón, y este hallazgo representa una importante
confirmación de su paso por la región.
En cuanto a los bisontes, el análisis genético ha permitido recuperar ADN mitocondrial de algunas
muestras del yacimiento. Los datos preliminares sugieren que ciertas secuencias genéticas están
asociadas con el clado X, relacionado con el bisonte de la Edad del Hielo (Bison bonasus del
Pleistoceno). Sin embargo, dado que el ADN mitocondrial no siempre es suficiente para realizar
identificaciones concluyentes, se necesitan estudios complementarios, como el análisis de ADN
nuclear y la revisión exhaustiva del registro fósil. Esto podría arrojar información definitiva sobre el
nivel de presencia de esta especie y otras en la Península Ibérica, un tema que sigue siendo objeto de
intenso debate en el campo de la arqueozoología.
Este trabajo no solo aporta una visión más completa de las comunidades animales del Pleistoceno en
la región, sino que también plantea nuevas preguntas sobre las interacciones entre humanos y fauna en entornos cambiantes. La combinación de técnicas avanzadas de análisis genético y el estudio de
materiales arqueológicos promete redefinir nuestra comprensión de los ecosistemas del pasado.
Pere Gelabert - PAPER